ICTUS PROVOCADO POR EL DIAGNÓSTICO ERRÓEO DE LOS MéDICOS EN URGENCIAS

Los hechos analizados en la sentencia, objeto de este comentario, de fecha de 10 de diciembre de 2010, teniendo como ponente a José Antonio Seijas Quintana, provienen de una paciente que acude al Servicio de Urgencias del Hospital General de Caranza en el que fue atendida por el médico de guardia, que le diagnosticó una bajada de azúcar, inyectándole glucosa y enviándola a su domicilio. Tres días después, la paciente volvió a presentar la misma sintomatología, acudiendo nuevamente al Servicio de Urgencias del citado hospital, donde fue atendida e ingresada, y tras realizársele una TC, se le diagnosticó un infarto isquémico cerebral.

Se sigue en la misma la doctrina aplicada en los últimos tiempos por la Sala Primera del Tribunal Supremo, relativa a que la medicina asistencial es una obligación de medios y no de resultados, en cuanto que el médico debe realizar todas las pruebas diagnósticas necesarias, atendido el estado de la ciencia médica en ese momento, de tal forma que, realizadas las comprobaciones que el caso requiera, solo el diagnóstico que presente un error de notoria gravedad o unas conclusiones absolutamente erróneas, puede servir de base para declarar su responsabilidad, como es el caso de la sentencia analizada. Lo contrario supondría llegar a una responsabilidad de naturaleza objetiva que dependería de la obtención de un resultado sin valorar si hubo una actuación médica diligente y ajustada a la "lex artis".

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